Santuario

Santuario Nuestra Señora de la Carrasca

Según cuenta la tradición, la Virgen María se apareció a un pastor llamado Juan Cortés en lo alto de una carrasca o encina de donde le viene el nombre. Encontrándose el lugar de la aparición en el límite entre los antiguos términos de Montiel y Alhambra que luego fueron sucedidas al independizarse por Villahermosa y Carrizosa.

La tradición dice que la Virgen elegió «entre cuatro mojoneras» (los mojones son piedras que delimitaban los términos municipales antiguamente) y escogió Villahermosa para quedarse. La Virgen de la Carrasca es conocida por los villahermoseños o calduchos como «La Morenilla».

En aquel lugar se levantó una ermita que dió lugar al actual santuario que se encuentra a unos 14 km de Villahermosa y sólo a unos 3 km de Carrizosa.

El Santuario es junto con el de las Virtudes (en Santa Cruz de Mudela) los dos únicos Santuarios-Plaza de Toros de la provincia de Ciudad Real, goza de unas impresionantes infraestructuras, con casas y chalets, habitaciones (denomiandas «cuartos») que se subastan para la Romería, al igual que los bares. En él se celebra el segundo fin de semana de Septiembre la que posiblemente sea la Romería más importante de la Región, la Carrasca, donde la devoción a la Virgen se mezcla con la diversión de las numerosas actividades organizadas por la Hermandad (actos religiosos, concierto, orquestas, novillada y rejoneo).

La Ermita fue construida en el siglo XVI, produciéndose diversas reformas en los siglos XVII y XVIII. En el edificio actual pueden observarse también toda una serie de habitaciones para el hospedaje de peregrinos, que se ubican en la segunda planta del edificio y sobre la plaza de toros, la puerta principal de la ermita se sitúa sobre el eje central de la plaza cuadrada. Salvo el ala norte del interior de la plaza, el edificio esta rodeado por una construcción de dos cuerpos, distinguiéndose una primera planta porticada con arcos de medio punto y una segunda planta con pilares y barandilla de hierro para observar el festejo. En el altar destaca por su belleza un magnifico retablo. Separa la nave de la capilla una impresionante verja de forja del siglo XVIII.

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