8. Arquitectura Manchega

08 - Arquitectura manchega
Para adentrarnos en el universo de Cervantes y especialmente en el de El Quijote, debemos hacer un alto en el camino y conocer la arquitectura manchega.
Los pueblos manchegos suelen estar formados por casas bajas, blancas, distribuidas en calles anchas, con una plaza mayor porticada. En sus alrededores encontramos elementos auxiliares y construcciones típicas que la caracterizan, como son: las ventas, destinadas a los viajeros para proporcionarles hospedaje y comidas; las casas de labor aisladas, conocidas como casillas o quinterías, que son las que se encuentran junto a la tierra de cultivo; auténticas joyas de arquitectura popular de piedra en seco como chozos y bombos, ubicados en zonas de viñedos y pastos que se utiliza como refugio para pernoctar en el lugar de trabajo los días necesarios para las faenas agrícolas y pastoriles; las norias, que proporcionan el agua para la vida en el campo y los molinos de viento, en los que don Quijote sólo veía “desaforados gigantes”, y que se han convertido en una seña de identidad del paisaje manchego.
Paseando por las calles de Villahermosa nos encontramos con numerosas casas de una planta, conocidas como casas de labor, que acostumbran a ser de grandes dimensiones, pues no sólo están destinadas a la vivienda, sino que deben albergar otras dependencias: animales, vehículos y aperos necesarios para el campo, lugares para almacenar la cosecha o para la transformación de productos agrícolas (como bodegas para la vid); incluso a veces como complemento a la economía familiar, corrales para gallinas y conejos, y cochiqueras.
Los muros de las casas, blanqueados con cal, son de piedra y barro, a veces, con refuerzo de ladrillo. Las cubiertas son de teja curva a una o dos vertientes. Las ventanas suelen ser grandes, bajas y protegidas con rejas.
Como variantes a este tipo de viviendas tenemos: La casa de dos plantas, con mayor número de habitaciones, y la del bracero o peón, de tamaño muy inferior, no sólo por el nivel económico de sus moradores, sino que, al trabajar las tierras de otros, no necesitan tener dependencias destinadas al trabajo agrícola. Todas ellas comparten un elemento común: el tradicional patio manchego.